Sotápanna: el que entra en la corriente de la liberación

Dhammapada verso 178_ilustración.

Pathavyá ekarajjena
saggassa gamanena vá
sabbalokádhipacce na
sotápattiphalam varam.

Ser el rey único de toda la tierra,
ir a los reinos celestiales,
ser el monarca de todo el mundo:
mayor que todo esto es el fruto de la Entrada en la Corriente.

Dhammapada verso 178

La información que hay con respecto al tema del Despertar y de los seres Despiertos en las escrituras buddhistas más antiguas es más bien profusa y muy específica. En realidad el Buddha fue muy claro sobre cómo se logra el Despertar y cómo podemos saber si nosotros mismos lo hemos logrado. También dijo que sólo un Buddha puede saber quién ha logrado realmente alguno de los cuatro niveles de Despertar pero la Enseñanza es tan clara al respecto que cualquiera puede saber, tras un cierto análisis e investigación, quién no ha logrado alguno de los niveles de Despertar. Es decir, la Enseñanza sirve para descartar los “falsos positivos”, por decirlo de alguna manera.

¿Qué es un Despierto? ¿Cómo podemos reconocer que una persona ha logrado el Despertar? En las escrituras buddhistas más antiguas –el Canon Páli– se utiliza generalmente el término Despierto en referencia a aquellos que han logrado el Despertar (bodhi) total y definitivo. Sin embargo, también se explica que el Despertar se logra por etapas y que esas etapas son cuatro. A aquellos que se encuentran en las tres primeras etapas del Despertar se les llama sekha, iniciados o aprendices. Son aquellos que han iniciado el camino al Despertar total y definitivo pero que aún no lo han alcanzado. A aquellos que se encuentran en la cuarta y última etapa se les llama arahant, los dignos. Esto es sinónimo de Buddha, aunque se distingue que un Buddha es un arahant que ha logrado el Despertar total y definitivo por sí mismo mientras que el resto de los arahant son simplemente eso: arahant, discípulos de un Buddha. Los sekha son discípulos semi-despiertos, los Buddhas y los Arahants son maestros completamente realizados.

Sekho pathavim vijessati
Yamalokañca imam sadevakam
sekho dhammapadam sudesitam
kusalo puppham´iva pacessati.

El iniciado comprenderá esta tierra
y su reino de Yama con todos sus devas.
El iniciado examinará los versos de la Dhamma
como el experto florista la flor.

Dhammapada, verso 45.

Otra manera en que el Buddha se refirió a estos cuatro tipos de personas fue por medio del término ariya, que significa noble. (El artículo de Wikipedia sobre los arios explica los distintos usos, acertados e inacertados, del término ariya en distintas tradiciones o culturas.)

El Buddha clasifica y explica las distintas etapas o niveles del logro del Despertar utilizando varios criterios simultáneamente. Para comenzar dice el Buddha que todos los cuatro niveles o etapas son irreversibles: una vez alcanzados, no desaparecen, no se pueden “deshacer”. Son irreversibles en el sentido retroactivo, pero son acumulativos en el sentido del avance. La Enseñanza sobre los Despiertos (¿qué son? ¿qué los caracteriza?) está constituida por el modelo de cuatro Sujetos Nobles que enseñó el Buddha (es decir, los cuatro niveles o etapas del Despertar) y los criterios que el Buddha utilizó para realizar esa clasificación. Hay muchas maneras de abordar este tema. Aquí daré sólo cinco criterios (no son los únicos, pueden ser más):

  1. El nivel de comprensión de las Cuatro Nobles Verdades.
  2. El nivel de comprensión de los tres venenos mentales.
  3. El nivel de comprensión de las tres características universales.
  4. El nivel de superación de los diez grilletes.
  5. El nivel de virtud o conducta virtuosa.

En realidad todos estos puntos se relacionan entre sí en una compleja red de interdependencia de factores. Pero como no podemos explorarlos y entenderlos todos al mismo tiempo (a menos que ya seamos un Ser Despierto), necesitamos estudiarlos por separado y por eso el Buddha lo enseñó así. Al juntar estos cinco criterios obtenemos la clasificación en cuatro niveles que el Buddha enseñó sobre los Despiertos, a quienes llamó ariya (nobles). Los cuatro ariya o Sujetos Nobles son los siguientes:

  • Sotápanna: el que entra en la Corriente.
  • Sakadágámí: el que vuelve una vez más (al mundo humano).
  • Anágámí: el que ya no regresa más (a ningún mundo inferior).
  • Arahant: total y definitivamente Despierto, igual que los Buddhas.

Esta clasificación en cuatro niveles además está hecha en base al número de renacimientos y al tipo de renacimientos que les esperan aún a los sekha (los tres primeros niveles), mientras que el arahant es aquel tipo de ser que ya no volverá a renacer jamás en samsára. Podemos suponer que todo este asunto se puede organizar y exponer de otras maneras, pero el Buddha Gotama escogió esta manera de presentar el tema porque el renacimiento es un tema principal en la Dhamma y algo en lo cual los practicantes y creyentes están constantemente pensando. De manera que clasificar los distintos grados del Despertar en términos del número de renacimientos que queda es una manera muy didáctica y muy gráfica de presentar el tema.

Uno puede creer que uno es un Despierto; incluso uno se encuentra con muchas personas que en nuestro tiempo aseguran haber logrado algún nivel de Despertar (generalmente alguno de los tres primeros arriba mencionados, los sekha). Sin embargo, para no engañarse uno mismo y no ser engañados por otras personas, debemos conocer y estudiar bien los cinco criterios arriba mencionados, puesto que esos criterios son los que realmente nos sirven de “pista” para descartar a los falsos “despiertos” y poder saber quién es realmente un verdadero Despierto, o por lo menos quién podría serlo. Por ejemplo, cualquiera puede decir que es un sotápanna, uno que ha entrado en la corriente, pero si esa persona no ha comprendido realmente, introspectivamente, como una experiencia personal, las Cuatro Nobles Verdades, entonces esa persona no es realmente un sotápanna. O si esa persona no ha trascendido las formas más groseras de los tres venenos mentales (lo cual se relaciona con el nivel de su conducta virtuosa), o si no ha comprendido en profundidad las tres características universales, y no ha trascendido los primeros tres grilletes, entonces no es un verdadero sotápanna.

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Los Seres Nobles (ariya)

Esto no es un juego. Esto es algo serio. En la Sangha buddhista es razón de expulsión automática si un monje o monja afirma deliberadamente haber logrado alguno de los cuatro niveles del Despertar y que esto no sea cierto. En la Doctrina del Buddha esa mentira es la peor de todas. Un monje o monja que diga falsamente ser un Despierto, automáticamente deja de ser un monje o monja, aunque siga usando la túnica y el cuenco. Por lo menos así es en el Hinayana, en el Theraváda. Esta severidad en las reglas de la comunidad monástica es lo que hace que los monjes y monjas se tomen esto en serio y se aseguren muy bien sobre sí mismos antes de decir que han logrado tal o cual nivel del Despertar. Lamentablemente como los buddhistas laicos no tienen sobre sí ninguna amenaza de expulsión son más propensos a la irresponsabilidad y a dejarse llevar por sus propias fantasías. Esto explica por qué en la actualidad hay más personas laicas afirmando ser Despiertos que los monjes y las monjas. No es que sea más fácil lograr el Despertar siendo laico sino que hay una mayor cantidad de auto-engañados en la comunidad laica que en la comunidad monástica. Esto es puro sentido común.

También es muy irresponsable la persona que, siendo laica o monástica, afirma que no hay Seres Despiertos en la actualidad o que no los ha habido desde los tiempos del Buddha, puesto que sólo un Buddha podría saber eso. Si una persona laica o un monje hace una afirmación de ese tipo, eso equivale a decir que él o ella es un Buddha. Y sin embargo encontramos varios “ejemplos” de este nivel de irresponsabilidad y auto-engaño. El famoso “gurú” hindú llamado Osho es uno de estos auto-engañados. Otro famoso auto-engañado es el fundador del Budismo Nichiren, quien creyó ser el Buddha de esta era (que de hecho es la era del Buddha Gotama, a la cual le quedan aún 2500 años por delante). Pero, ¿y yo cómo puedo saber que Osho o Nichiren o cualquier otra persona no fue un Buddha? ¿Acaso estoy diciendo entre líneas que yo soy un Buddha? No, no estoy diciendo eso. Vuelvo a lo que escribí más arriba: cuando uno estudia y conoce los criterios que el Buddha utilizó para establecer esa clasificación de los Despiertos en cuatro niveles, uno puede saber quién no es un ser Despierto. Sólo un Buddha puede saber con total seguridad quién es un Despierto, pero nosotros también podemos saber con seguridad quién no lo es, habiendo analizado el comportamiento de esa persona. Si una persona dice que es un arahant pero se comporta de manera yoísta, auto-engrandeciéndose y denigrando a otros, mintiendo y tratando mal a otros, ten absoluta seguridad de que esa persona no es un arahant. Por eso el Buddha enseñó todo esto: la Dhamma, la Enseñanza del Buddha es, además de muchas cosas, un mapa, un esquema para guiarnos con seguridad en estas cosas, para que otras personas no nos engañen, sea que lo hagan intencionalmente o no.

Actualmente llamamos Sangha a todo el conjunto de monjes y monjas buddhistas dentro de un país determinado, pero es cierto que en los tiempos del Buddha la Sangha se refería específicamente a la Comunidad o Hermandad de Seres Despiertos en todos sus cuatro niveles. Eso es lo que tenemos en los textos del Canon Páli cuando leemos la descripción de la Sangha:

La Sangha de los discípulos del Bienaventurado que han practicado bien, la Sangha de los discípulos del Bienaventurado que han practicado de manera correcta, la Sangha de los discípulos del Bienaventurado que han practicado de manera metódica, la Sangha de los discípulos del Bienaventurado que han practicado hasta la maestría, cuatro tipos de discípulos en pares, ocho tipos de discípulos, son la Sangha de los discípulos del Bienaventurado: dignos de regalos, dignos de hospitalidad, dignos de ofrendas, dignos de respeto, incomparable campo de mérito para el mundo.

Esos cuatro tipos de discípulos en pares son los cuatro tipos de seres Despiertos que mencionamos más arriba: los sotápanna, los sakadágámí, los anágámí y los arahant. Son también ocho tipos de discípulos porque en cada nivele tenemos lo que llamamos “sendero» y “fruto”. Por ejemplo, tenemos un sotápanna que está todavía en el sendero, y un sotápanna que ya cosechó el fruto. Y así con los siguientes tres niveles. Los que están “en el sendero” son personas que tienen condiciones para “graduarse” de ese nivel y están a punto de hacerlo, pero no lo han hecho todavía. Si el sotápanna en el sendero se esfuerza y se “gradúa” en ese nivel, se convierte en un sotápanna con fruto, con resultado: ya está listo para avanzar al nivel siguiente.

El Buddha llama ariya (nobles) a estos cuatro tipos de sujetos porque están ya seguros en el camino al logro del Despertar total y definitivo o ya lo han alcanzado. El Buddha enseñó que los que son sotápanna lograrán el Despertar total y definitivo después de haber renacido no más de siete veces después de esta vida, y ninguno de esos renacimientos ocurrirá en un plano de existencia inferior al de los humanos. Eso suponiendo que esa persona no se esfuerce mucho en esas siguientes siete vidas: si la persona se esfuerza, ese tiempo se puede acortar, porque la persona podría convertirse en un arahant antes de terminar ese tiempo. Es decir, esta clasificación sirve de esquema general y no quiere decir que un sotápanna indefectiblemente tendrá que renacer siete veces más. Es un esquema flexible que cambia de acuerdo con el esfuerzo que el ser haga en los siguientes nacimientos. El logro en sí no se puede deshacer, pero el esfuerzo puede acortar el tiempo necesario para llegar al grado de arahant.

Como todo esto depende del esfuerzo que la persona haga, algunos logran varios niveles sucesivos en muy poco tiempo: en cuestión de horas, días, meses o años, en la misma existencia. Por ejemplo: algunas personas se convierten en sotápanna y luego al cabo de una semana se gradúan de ese nivel y se convierten en sakadágámí. Otras personas se convierten en sotápanna y al minuto siguiente se convierten en sakadágámí. Cuando una persona se convierte en arahant en esta existencia, es porque ya era un sotápanna o un sakadágámí antes de nacer; de no ser así, se trata entonces de que la persona atravesó los primeros tres niveles (sotápanna, sakadágámí y anágámí) en poco segundos, incluso en milésimas de segundo. Lo que quiero decir con esto es que el logro del Despertar siempre se da de manera gradual y las únicas veces en que parece que una persona se vuelve arahant (totalmente Despierto) instantáneamente es porque la mente pasa por los tres niveles previos en una fracción de tiempo muy pequeña. Pero estos casos son muy raros, nos dice la tradición. Lo más común es que los seres necesiten muchos años, incluso varias vidas para poder pasar de un nivel a otro.

También hay que decir que los logros de cada nivel son acumulativos y no se pierden. Es decir, lo que el sotápanna con fruto ha logrado en el Noble Sendero es la base o punto de partida del sakadágámí. Un sakadágámí tiene todas las cualidades y logros del sotápanna, más las cualidades y logros de su propio nivel. Un anágámí tiene todas las cualidades y logros del sakadágámí, más las cualidades y logros de su propia nivel. Y un arahant posee todas las cualidades y logros que los niveles previos poseen. Lo que esto significa es que si una persona no es realmente un sotápanna, mucho menos puede ser un sakadágámí, y menos aún un anágámí, y menos aún un arahant.

Ocho sujetos nobles_ariya.
Los Sujetos Nobles son cuatro en pares, son ocho como sujetos individuales.

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El número de renacimientos que le quedan a un ariya

El Buddha dice que un sotápanna tendrá que renacer un número máximo de siete veces después de esta existencia. Esto se debe a que el sotápanna es el nivel más bajo de Despertar: aquí la persona apenas ha realizado los logros más “fáciles” del camino al Despertar. Como todavía le queda algo de la energía y de las impurezas que causan renacimiento, esa energía y esas impurezas hacen que la persona tenga que seguir renaciendo varias veces más. Es muy difícil extinguir completamente en una sola vida algo que venimos alimentando desde hace eones y eones de tiempo en samsára. Sin embargo, el Buddha dice que esos renacimientos del sotápanna ocurrirán sólo en el plano de los humanos o en planos superiores de existencia. Esto es así porque el sotápanna es un tipo de ser que ha sembrado mucho kamma luminoso, en vidas pasadas pero también esta vida. No renacerá, por lo tanto, ni como un fantasma, ni como un animal, ni en el infierno.

El sakadágámí es “el que regresa una vez más” porque su kamma acumulado hace que tenga que renacer una vez más como ser humano. Por ejemplo, si yo logro en esta existencia el nivel de sakadágámí, tendré que renacer una vez más como humano y en esa existencia lograré el nivel de arahant. Esto es preferible, por supuesto, al nivel de sotápanna, porque supongamos que un sotápanna tenga que renacer siete veces más como humano: si cada una de esas vidas dura ochenta años, eso quiere decir que dentro de 560 años, viviendo como humano, ese sotápanna logrará el Despertar total. Muchas cosas pueden ocurrir en esos 560 años de siete vidas humanas. Los sakadágámí en cambio no tendrán que esperar tanto tiempo para lograr el Despertar total.

El anágámí es “el que ya no retorna”, “el sin-retorno”, eso es: un ser que ya no vuelve a renacer como humano. Los anágámí ya no tendrán que renacer en el plano de los humanos pero sí tendrán que renacer en los planos de existencia llamados Residencias Puras. Habiendo renacido allí, lograrán el grado de arahant en alguno de esos planos de existencia. No podemos calcular el tiempo en que estos seres vivirán allí porque la vida de esos devas (seres de luz) es más larga que una existencia humana. Podrían ser varios siglos. La buena noticia es que en esos planos superiores de existencia no hay casi sufrimiento: los que renacen allí viven en un estado sublime de sensaciones placenteras celestiales, sin enfermedades, sin guerras, sin conflictos. De todos los planos de existencia en samsára, las Residencias Puras son los únicos donde renacen seres que se convierten en arahant allí mismo. En otras palabras, en las Residencias Puras viven sólo seres que son anágámí y arahant. Es el único plano de existencia donde todos sus habitantes, después de la “muerte”, desaparecen definitivamente del samsára.

Las Residencias Puras son cinco planos de existencia consecutivos, desde el plano número 23 (contando desde abajo, desde el infierno) hasta el plano número 27 (ver gráfico abajo). Estos son los cinco planos más superiores del conjunto llamado rupa-loka (mundos de materia fina). Las cinco dimensiones llamadas Residencias Puras se conocen también de la siguiente manera:

  • Plano 27: la dimensión Akkanittha, de los “devas sin igual”.
  • Plano 26: la dimensión Sudassí, de los “devas de clara visión”.
  • Plano 25: la dimensión Sudassa, de los “devas hermosos”.
  • Plano 24: la dimensión Atappa, de los “devas sin problemas”.
  • Plano 23: la dimensión Aviha, “devas que no se desvían” o “devas que no caen”.

Como podrás ver en el esquema de los 31 planos de existencia del samsára, los cuatro planos que están por encima de las Residencias Puras son los cuatro planos del arupa-loka (mundos sin forma, inmateriales). Los seres que renacen en el arupa-loka son seres mentales, intangibles e imperceptibles. Esos cuatro niveles inmateriales son lo más cercano que tenemos en samsára al Nibbána. De manera que tiene sentido que los anágámí renazcan justo por debajo de esos cuatro niveles de existencia intangible. En verdad se podría decir que las Residencias Puras son “el techo del universo”, lo más elevado dentro de samsára, en términos de existencia tangible. Más allá de ese “techo” la existencia es completamente intangible. Sin embargo, hay una diferencia importante: los seres que renacen en arupa-loka todavía están atados al samsára, lo cual implica que volverán a renacer eventualmente en alguno de los niveles inferiores por debajo del plano 23. Por ejemplo, si yo hago suficiente meditación en esta vida y alcanzo los llamados jhána inmateriales, podría renacer como un ser intangible en alguno de los cuatro planos del arupa-loka. Habiendo existido allí durante eones y eones de tiempo, eventualmente “caeré” y renaceré en planos inferiores. Por eso el Buddha insiste en ir más allá del arupa-loka y alcanzar el Nibbána, que es el único logro con el cual uno se libera definitivamente del renacimiento samsárico.

Finalmente el arahant es lo que podríamos llamar un Santo Perfecto, en el sentido buddhista de la expresión. Un arahant es igual a un Buddha. De hecho ambas palabras funcionan como sinónimos muchas veces en el Canon Páli. Un arahant es un Despierto total, completo, un ser que al morir físicamente en esta existencia se irá definitivamente al Nibbána, lo Supremo, desapareciendo completamente del samsára. De los cinco criterios que listamos arriba, los arahant los han completado todos al igual que un Buddha.

Los 31 planos de existencia segun Buddha1.
Lo Supremo (nibbána) está representado arriba (campo morado), como una dimensión superior a todas las demás, más allá del tiempo y del espacio.

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El nivel de comprensión de las Cuatro Nobles Verdades

Como este artículo es una introducción al tema de los cuatro niveles del Despertar, comenzando con el nivel del sotápanna, explicaré los siguientes criterios solamente en relación con el logro de sotápatti (la “entrada en la corriente” de la liberación). Una persona que ha entrado en la corriente es una persona que ha comprendido vivencialmente las Cuatro Nobles Verdades en sus aspectos más básicos. No es necesariamente un experto en todos los detalles e implicaciones de las Cuatro Nobles Verdades (por ejemplo en la penetración experiencial del Nibbána o en el perfeccionamiento del Noble Sendero Óctuple) sino que tiene una visión general sobre ellas, un vistazo, como alguien que de manera súbita ha visto toda la ruta de escape del samsára. Para el sotápanna las Cuatro Nobles Verdades ya no son teoría: al que entra en la corriente de la liberación no le cabe la menor duda sobre la verdad de las afirmaciones expresadas en las Cuatro Realidades de los Nobles. No se trata solamente de la verdad del malestar (dukkha), se trata también de la verdad del kamma, de la verdad del renacimiento (bhava), de la verdad de los 31 planos de existencia, de la verdad del samsára y el Nibbána, de cómo la sed (tanhá) produce nuevos nacimientos, y de la verdad misma del Despertar o liberación definitiva. Un sotápanna por ejemplo sabe por sí mismo, como una visión intuitiva que es imposible de refutar, que existe tanhá, la sed que produce el renacimiento, que el renacimiento de los seres es real y que puede ser detenido. Un sotápanna sabe por sí mismo, como una visión intuitiva, que existe lo Supremo (nibbána) y que lo Supremo puede ser alcanzado, que uno puede fundirse con lo Supremo. Al sotápanna tampoco le cabe la menor duda de que el Noble Sendero Óctuple realmente funciona, realmente conduce al Despertar total y definitivo, aunque él mismo no haya perfeccionado aún todos los componentes de este Noble Sendero.

Si una persona tiene dudas sobre la veracidad de los elementos centrales de cada una de las Cuatro Nobles Verdades, entonces esa persona no ha entrado en la corriente. Tampoco se trata de fe ciega. Si la persona se obliga a sí misma a creer ciegamente en las Cuatro Nobles Verdades, sin haberlas corroborado por medio de la intuición interna de su propio ser, tampoco es un sotápanna. Un sotápanna no duda de las Cuatro Nobles Verdades no porque sea un creyente ciego o porque lo haya leído en un libro o porque la teoría le parezca lógica sino porque sabe con su propia intuición profunda que estas Realidades de los Nobles son verdaderas. Esta intuición profunda es como cuando sabes que existes, que eres una persona real en el mundo y nadie puede convencerte de lo contrario. Así es la comprobación intuitiva que el sotápanna ha experimentado con respecto a las Cuatro Realidades de los Nobles.

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El nivel de comprensión de los tres venenos mentales

Una persona que entra en la corriente de la liberación también es una persona que comprende la realidad de los tres venenos mentales (en páli kilesa) o tres raíces del mal como también se les llama:

  • lobha: deseo, obsesión, pasión, fiebre, codicia, avaricia.
  • dosa: odio, desprecio, aversión, animadversión, rabia.
  • moha: ilusión, fantasía, engaño, ignorancia.

La enseñanza sobre las kilesa es fundamental en el descubrimiento del Despierto porque explica el origen del mal en todos los seres, en cualquier plano de existencia. Un sotápanna ha dejado de creer que el mal en samsára es un principio espiritual o un ser sobrenatural que está en lucha constante contra el bien, como se enseña en otras religiones. El mal es simplemente el producto de esos tres procesos mentales (lobha, dosa y moha) en la mente de cualquier tipo de ser en el universo. No es algo creado por un dios o un poder sobrenatural. Y el sotápanna no solamente comprende y sabe por sí mismo que estas tres cosas son el origen del mal en todos los seres en samsára: también ha logrado erradicar los aspectos más groseros o vulgares de estos tres venenos. Por ejemplo, alguien que entra en la corriente ya no desea acumular cosas materiales y ser multimillonario como la mayoría de los seres no-despiertos lo desea. Ese aspecto burdo, grosero, del veneno lobha, el sotápanna lo ha trascendido. Todavía puede tener algo de deseo, de lujuria o de pasión en él, pero ya no de una manera obsesiva o insana como una persona común y corriente. Por eso un sotápanna todavía puede tener una pareja romántica o sexual. Entrar en la corriente no implica que la persona se vuelve célibe, pero sí implica que las manifestaciones más extremas de lobha se extinguen. Por ejemplo, si la persona antes de entrar en la corriente sufría de adicción al sexo, a la masturbación o a la pornografía, cuando logra la entrada en la corriente súbitamente ya no encuentra placer en esas actividades. Y como ya no encuentra placer en esas actividades, las abandona. Si una persona sufre de algún trastorno obsesivo-compulsivo, o de alguna adicción, puede ser una señal de que ha entrado en la corriente si estos trastornos se curan sin alguna otra explicación, suponiendo, claro, que la persona en cuestión sea un estudiante de la Dhamma del Buddha.

Hay ejemplos en el Canon Páli de personas que entraron en la corriente y siguieron viviendo sus vidas como personas laicas con sus esposos o esposas, pero si la persona era un poco “sinvergüenza”, como promiscuo o infiel, después de entrar en la corriente le resulta imposible traicionar a su pareja. Más adelante, al ascender al siguiente nivel de Despertar, incluso el deseo erótico o sexual queda completamente trascendido y esto explica por qué los sakadágámá, los anágámí y los arahant suelen abandonar completamente toda actividad erótica y sexual, no como una imposición o un deber sino simplemente porque ya no obtienen placer o deleite de esas actividades.

De manera similar ocurre con el segundo veneno, la raíz del odio. Cuando una persona entra en la corriente, ya no es capaz de sentir odio visceral, irracional, hacia otros seres. Puede todavía sentir algo de desprecio o de rabia, pero ya no en la magnitud en que lo sienten los seres comunes y corrientes. El odio es la forma más pasional, más cruda, del veneno dosa, pero el desprecio es una forma más fría, más intelectual, más sofisticada de este veneno. Por eso las personas usualmente pueden despreciar incluso a sus amigos, a sus parejas o a sus padres. El odio en cambio es algo incontrolable. Antes de entrar en la corriente la persona odia a sus enemigos y tiene ataques de cólera cuando lo tratan mal, pero después de entrar en la corriente ya no siente odio hacia nadie, y los ataques de ira se convierten en una simple molestia o mal humor. Esto ocurre cuando se transcienden los aspectos más fuertes de dosa, pero aún quedan sus formas de expresión más sutiles. Si una persona es un carnicero, un exterminador de insectos o un verdugo antes de lograr la entrada en la corriente, al convertirse en sotápanna sentirá la necesidad acuciante, imperiosa, de abandonar esos trabajos, porque al debilitar el veneno dosa la persona se vuelve compasiva y respetuosa de la vida de los otros seres sintientes. La persona se vuelve más pacífica y amigable. Ya no quiere discutir o pelear con los demás como lo hacía antes, y todo tipo de violencia, de guerra, de matanza, le parece algo demasiado bajo, demasiado inferior y salvaje. (Esto se relaciona íntimamente con el punto que veremos más abajo: por qué a los sotápanna les gusta tanto cumplir los cinco preceptos y por qué los cinco preceptos conducen a la entrada en la corriente.)

En el caso del veneno moha, usualmente cuando hablamos de ignorancia o no-conocimiento nos referimos específicamente al des-conocimiento de los temas de las Cuatro Realidades de los Nobles. Ese desconocimiento el Buddha lo llamó avijjá en idioma páli. Como ya explicamos en el primer criterio arriba, alguien que entra en la corriente comprende y sabe que las Cuatro Nobles Verdades son reales, son veraces: este conocimiento intuitivo es la destrucción del desconocimiento o ignorancia que el Buddha llamó avijjá. Pero la destrucción parcial de la raíz moha también hace que el sotápanna sienta vergüenza de entregarse a todo tipo de fantasías o ilusiones vanas o engaños. A un verdadero sotápanna le daría vergüenza tener que decir una mentira o tener que engañar a alguien para obtener algo que quiere o necesita. Un sotápanna tampoco puede auto-engañarse (esto es ignorancia sobre uno mismo) como usualmente hacen las personas comunes. Esta necesidad de ser honesto, de ser fiel a la verdad, de verse uno mismo como realmente es, se incrementa aún más en los siguientes niveles de Despertar. (Esta necesidad de respetar la verdad y ser honesto también tiene relación con los cinco preceptos, como veremos más abajo.)

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El nivel de comprensión de las tres características universales

Otro rasgo del sotápanna es que ya comprende a profundidad las tres características universales (tilakkhana):

  • anicca: impermanencia, cambio constante, transformación, rasgo mortal o perecedero de todos los fenómenos condicionados.
  • dukkha: imperfección, insatisfacción, capacidad de producir malestar, sufrimiento y decepción.
  • anattá: no-yo, no-ego, inexistencia de un yo fijo, estable, definitivo o de una personalidad espiritual eterna e indestructible.

Como en los otros temas, para el sotápanna estas cosas no son una teoría, no son una suposición: él intuye por sí mismo que esto es así, no le cabe la menor duda. La manera en que el sotápanna llegó a esta comprensión intuitiva puede ser por medio de la meditación, pero también puede ser que una persona ya estudió estas características en una vida previa y cuando se encuentra con la teoría en esa vida, la visión intuitiva se despierta y la persona automáticamente sabe por sí misma que esto es verdad, que los fenómenos condicionados realmente son así como los explicó el Buddha.

La comprensión de las tres características universales está íntimamente ligada a la comprensión de la Cuatro Verdades Nobles. Es imposible conocer introspectivamente las Cuatro Nobles Verdades sin haber conocido introspectivamente las tres características universales. La característica anattá es particularmente importante porque es la clave del llamado primer grillete, el cual es uno de los tres grilletes que una persona debe trascender para lograr entrar en la corriente y convertirse en sotápanna.

La comprensión de las tilakkhana también tiene que ver con la visión profunda de que la realidad total, el conjunto total de todos los fenómenos posibles se divide en dos grupos principales:

  • fenómenos condicionados, construidos, fabricados (sankhára)…
  • y fenómenos no-condicionados, no-construidos, no-fabricados (asankhata dhamma).

Al conjunto de todos los fenómenos condicionados o fabricados, pasados, presentes y futuros, groseros, sutiles e intangibles, se les conoce con el nombre general de samsára, mientras que al conjunto de los fenómenos no-condicionados se le conoce como nibbána (lo supremo). Sin embargo, los fenómenos condicionados (sankára) son muchos, infinitos en forma y número mientras que lo Supremo es un solo fenómeno, sin forma, más allá del tiempo y del espacio. No hay varios asankhata dhamma, no hay varios Nibbána: lo no-condicionado es un solo fenómeno, un solo «espacio» o «dimensión». Los fenómenos condicionados en samsára poseen todas las tilakkhana pero el Nibbána sólo posee la característica anattá.

No es posible saber intuitivamente que el Nibbána existe y que se puede alcanzar sin saber al mismo tiempo que todos los fenómenos condicionados poseen estas tres características y que sólo hay un fenómeno no-condicionado que es una esfera transmundana de existencia, un espacio infinito más allá del espacio-tiempo. Esto es la substancia de la Tercera Realidad de los Nobles.

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El nivel de superación de los diez grilletes

Los diez grilletes son una serie de tendencias o “defectos de carácter” que el Buddha utilizó para clasificar los distintos niveles del Despertar. Una persona común y corriente tiende a tener los cinco grilletes inferiores activados y muy fuertes, mientras que los seres apegados a los niveles más sutiles de samsára tienden a tener los cinco grilletes superiores. Los seres más bajos en samsára, los demonios y condenados en el infierno, los fantasmas y espíritus iracundos, los animales y los humanos inferiores, son seres fuertemente encadenados por los cinco grilletes inferiores. Los devas y los llamados «dioses» o «seres cósmicos» son seres fuertemente encadenados por los cinco grilletes superiores. En otras palabras, los cinco grilletes inferiores encadenan hacia abajo, hacia los planos de existencia más bajos de samsára mientras que los cinco grilletes superiores encadenan hacia arriba, hacia los planos de existencia más superiores. Pero ambos tipos de grilletes, tanto los inferiores como los superiores, encadenan al ser dentro del samsára y no tienen nada que ver con el Nibbána, con lo Supremo. El Buddha enseñó que para lograr el Despertar total y definitivo estos diez grilletes deben ser descubiertos, comprendidos, completamente destruidos y abandonados. La práctica y disciplina del Noble Sendero Óctuple es el método para lograr esto.

Un sotápanna se caracteriza por haber trascendido o superado los primeros tres grilletes. Los sakadágámí también han trascendidos los primeros tres grilletes y han debilitado parcialmente los siguientes dos. Los anágámí han trascendido los cinco grilletes inferiores. Los arahant han superado todos los diez grilletes. Los diez grilletes son los siguientes:

Grilletes inferiores:

  1. La creencia en un “yo” permanente (sakkáya-ditthi).
  2. Incertidumbre, duda respecto a Buddha-Dhamma-Sangha (vicikicchá).
  3. Apego a ritos, rituales y ceremonias (sílabbata-parámáso).
  4. Apego a los deseos sensuales (kámacchando).
  5. Mala voluntad, odio, desprecio, rabia (vyápádo o byápádo).

Grilletes superiores:

  1. Deseo por la existencia en las dimensiones con forma [incluyendo los reinos celestiales inferiores] (rúparágo).
  2. Deseo por la existencia en las dimensiones sin forma [reinos celestiales superiores] (arúparágo).
  3. Engaño sutil sobre el ser (mána).
  4. Intranquilidad y remordimiento (uddhacca-kukucha).
  5. Desconocimiento de la Realidad (avijjá).

El primer grillete y el octavo parecen ser el mismo. El primer grillete se refiere a la creencia y sensación de que los cinco agregados son “yo”, son “mío”, son “mi ser”. La persona común y corriente cree o siente que ella es el cuerpo o que ella es la mente, o que el “yo” está en el cuerpo-mente, o que el cuerpo-mente posee un “yo” o viceversa. El sotápanna ha descubierto por sí mismo que esto no es cierto, que ninguno de los cinco agregados del apego es “yo” o “mi ser”, ni cada uno por separado ni todos juntos. El sotápanna también sabe que no existe un “yo” metafísico en otra dimensión como un espíritu o un alma inmortal aparte del cuerpo-mente. La comprensión de las tilakkhana es lo que conduce a la destrucción de este primer grillete.

El complejo mental o engaño sutil sobre el ser (el octavo grillete) se refiere al cuidado que una corriente de vida pone sobre ella misma como un fenómeno que puede seguir existiendo en samsára. Un ser puede entender el rasgo anattá y saber que él no es realmente este mente-cuerpo mundano, pero aún así puede escoger permanecer en samsára, aceptar las condiciones del renacimiento y utilizar el kamma a su favor para obtener renacimientos en planos superiores de existencia como un dios o un ser cósmico. Este es el engaño sutil sobre el ser, cómo el ser se engaña a sí mismo creyendo que puede ser feliz y vivir eternamente en samsára en los planos superiores de existencia que están por debajo del Nibbána. Efectivamente se puede vivir eternamente en samsára, pero el ser siempre cambiará de forma, naciendo y muriendo, y la felicidad nunca será completa, absoluta. Este octavo grillete es destruido completamente por los que son arahant.

El segundo grillete se refiere a la duda o falta de confianza en la realidad de los Buddhas, de la Dhamma y de la Sangha, y también la duda o falta de confianza en la propia conducta virtuosa de la persona. Esto explica por qué el Buddha dice que aquellos que entran en la corriente tienen una “fe inconmovible” por el Buddha, por la Dhamma y por la Sangha, y que constantemente están contemplando estas tres realidades y la realidad de su propia conducta virtuosa. No se trata de una fe ciega u obligada, se trata de una fe comprobada, confirmada, sobre realidades que uno sabe que son verdaderas. El abandono de este grillete se relaciona con el criterio que explicaremos más adelante.

Otra forma de explicar lo que ocurre al abandonar este grillete es que el sotápanna ya no es un “buscador de la verdad” sino un “encontrador de la verdad”, uno que ya encontró la verdad que estaba buscando, y esa verdad es la Triple Joya (Buddha-Dhamma-Sangha). Cuando una persona es un “buscador de la verdad”, se comporta como un colibrí que va de aquí para allí picando muchas flores, aprendiendo muchas doctrinas, leyendo muchos libros, escuchando y siguiendo a muchos maestros. Este método de búsqueda de la verdad a largo plazo puede funcionar pero consume mucho tiempo y energía. Cuando una persona se convierte en un sotápanna, comprende que ya no vale la pena gastar tanto tiempo y energía cultivando muchos senderos y siguiendo a muchos maestros, y que él o ella hizo algo en una vida anterior para poder encontrarse ahora con la Dhamma, con la buena suerte de conocer la verdadera Enseñanza de un Buddha. La Triple Joya le resulta completamente satisfactoria y comienza a dedicarse al Noble Sendero a tiempo completo. Esto explica ese entusiasmo y fe inconmovible en la Triple Joya, esta dedicación exclusiva al Buddha como Maestro único. Después de entrar en la corriente es común que una persona sienta la necesidad imperiosa de estudiar la Dhamma a profundidad, de escuchar los sermones de Dhamma cada vez que se pueda, de poner en práctica los ocho preceptos, etc. Para aquellos que siguen comportándose como colibríes este entusiasmo del sotápanna puede parecer un cierto fanatismo, pero no se trata de eso. Se trata de que el sotápanna ha comprendido que al dispersar la mente y la energía en muchos senderos y muchos maestros, al final no se perfecciona ningún sendero. «Discípulo de muchos, maestro de nada», dice la sabiduría popular. Al concentrar la mente y la energía en la Dhamma y el Noble Sendero Óctuple, el sotápanna logra el nivel del fruto y se impulsa hacia adelante hacia los siguientes niveles del Despertar. No se trata tampoco de que el sotápanna desprecia o menosprecia las otras doctrinas y maestros sino simplemente que ya no es un “buscador”, ya encontró su verdad y su maestro, la verdad y el maestro que estaba buscando, y también comprendemos que no todas las personas en el mundo están listas o suficientemente purificadas como para entender y valorar esta verdad y este maestro.

Contempla al inconmensurable Buddha.
Ten fe.
Y con el cuerpo lleno de dicha,
siempre serás elevado.

Contempla la inconmensurable Dhamma.
Ten fe.
Y con el cuerpo lleno de dicha,
siempre serás elevado.

Contempla la inconmensurable Sangha.
Ten fe.
Y con el cuerpo lleno de dicha,
siempre serás elevado.

Theragáthá 382-384.

El Buddha también utiliza el término vicikicchá (duda o incertidumbre) como uno de los cinco obstáculos o impedimentos que conducen al Despertar. En ese caso el término se refiere más bien a un tipo de indecisión, como cuando una persona no se decide definitivamente a poner en práctica el Noble Sendero o a tomar al Buddha como maestro, cambiando constantemente de una doctrina a otra, de un maestro a otro, etc. Para saber más sobre los cinco impedimentos, leer este artículo. Ambos usos del término vicikicchá tienen relación y coherencia, ya sea que lo utilicemos para referirnos a uno de los diez grilletes o a uno de los cinco impedimentos.

Y por último, el tercer grillete que el sotápanna logra destruir completamente es la creencia de que realizando rituales o procedimientos externos, superficiales, físicos, podrá obtener la pureza que conduce a la liberación. Esos rituales o procedimientos superficiales, vacíos, son por ejemplo: encender velas e incienso, cantar mantras, realizar abluciones, postraciones rituales, sacrificios rituales de animales o personas, oraciones con fe ciega, veneración de santos o de los cuatro elementos, bañarse en ríos sagrados, y similares. En el buddhismo también tenemos ejemplos de este tipo de comportamiento. Hay un monje que tiene un canal en YouTube y este monje dice que al subscribirte a su canal automáticamente te ganas el logro del Nibbána. Esto es como una versión buddhista de pagarle a un Papa para poder entrar al cielo: acciones externas que no producen lo que se promete con ellas.

Contrario a lo que algunos erróneamente creen, este grillete no se refiere a los preceptos o síla enseñados por el Buddha. Los preceptos buddhistas (los cinco, los ocho, los diez o los 227 preceptos de los monjes) no son rituales o procedimientos superficiales, son reglas de comportamiento basadas en principios morales y espirituales. Lo que llamamos “religión” en un sentido despectivo o despreciativo es ese conjunto de rituales vacíos y procedimientos físicos que la gente realiza simplemente porque los ha aprendido de la tradición o de la costumbre. Lo que llamamos “espiritualidad”, como aquello que es contrario a “religión”, es una comprensión moral y ética en la que hemos trascendidos completamente este tercer grillete llamado en páli sílabbata-parámáso. Pero los principios espirituales deben tener una manifestación real, tangible, en el mundo de las cosas. Los preceptos enseñados por el Buddha es esa manifestación tangible, real, de principios espirituales (benevolencia, compasión, inofensividad, vigilancia). Tener los principios espirituales y no manifestarlos en la práctica es como ser un hipócrita. Esto es el tema del último criterio en la lista, a continuación.

***

El nivel de virtud o conducta virtuosa

Finalmente, el quinto criterio se refiere a la virtud o conducta virtuosa, síla en idioma páli. Debido a que el sotápanna es una persona que “redescubrió” en sí misma, guiada por la Dhamma, las Cuatro Realidades de los Nobles, a esta persona no le cabe duda alguna de que ciertas acciones intencionales (kamma) conducen a renacimientos en planos inferiores y además producen sufrimiento en otros seres cuando uno las realiza. No se trata tanto de que el sotápanna tenga miedo de renacer en planos inferiores (para lo cual lo único que hay que hacer es romper los cinco preceptos) sino de que ya no siente ningún placer, ningún deleite cometiendo esas faltas, esos “pecados” que se describen en los cinco preceptos. A los puthujjana (seres apegados al mundo) les causa placer y deleite llevar a cabo acciones intencionales oscuras (matar, robar, mentir, libertinaje, engañar, emborracharse, etc). A los sotápanna estas acciones no les causan placer. Todo lo contrario: un sotápanna siente una vergüenza inmensa si tiene que llevar a cabo algunos de esos kammas oscuros. También se trata de que el sotápanna se deleita en los principios espirituales que son la substancia de los preceptos, de síla, y por eso los pone en práctica. Los principios están en él, es imposible que esto no transforme su comportamiento visible, tangible.

Esto se puede entender de dos maneras igualmente correctas:

  • O bien una persona comienza a cumplir los cinco preceptos a partir del momento en que entra en la corriente (porque comprender las Cuatro Realidades de los Nobles espiritualiza, ennoblece a la persona, haciendo que encuentre deleite en el comportamiento virtuoso)…
  • O bien un practicante cualquiera puede lograr entrar en la corriente después de haber practicado los cinco preceptos durante un tiempo (porque al emular el comportamiento de los Nobles, las personas finalmente se espiritualizan, se ennoblecen y entran en la corriente, ya sea en esta vida o en la siguiente).

Por eso el Buddha dice que síla (los cinco preceptos, en el caso de los laicos) conducen al logro de la entrada en la corriente y también que los que han entrado en la corriente contemplan constantemente su propia síla, su propia conducta virtuosa, como algo que los caracteriza.

Es posible que el sotápanna comience a poner en práctica mucho más que los cinco preceptos. Es posible que por fe en la Dhamma, y por querer avanzar rápido en el sendero, asuma los ocho preceptos, los diez preceptos, o incluso que tome el voto de renuncia y se convierta en monje. Esto depende de cada persona. Lo que podemos decir con toda certeza aquí es que, por lo menos los cinco preceptos son el modelo de conducta de los que han entrado en la corriente, y esto es así no porque lo dijo el Buddha o porque está en las escrituras: es así porque la entrada en la corriente es una experiencia transformadora profunda que espiritualiza a la persona, ennoblece a la persona, la introduce en una nueva categoría de ser humano. El que entra en la corriente deja de ser un puthujjana, un ser mundano. Ahora es un ariya, un Sujeto Noble. El poner en práctica los cinco preceptos como entrenamiento para lograr la entrada en la corriente también funciona porque la virtud adquirida y purificada por medio de los preceptos aclara la mente del practicante, permitiéndole que experimente los momentos de penetración introspectiva en los cuales uno conoce por uno mismo las Cuatro Nobles Verdades, la verdad de los tres venenos mentales y las tres características universales.

Un sotápanna podría en un momento dado tener que decir una mentira, como en esas circunstancias raras de la vida en que creemos que podemos salvarle la vida a alguien, o evitarle un gran daño, si decimos una mentira. En ese caso un sotápanna podría mentir pero él no podrá sentirse bien al hacer esa acción. Todo lo contrario, sentirá vergüenza y desagrado sobre sí mismo. No cumplir aquello que los cinco preceptos piden para un sotápanna significa una gran vergüenza, y el temor de tener que enfrentar el resultado de sus propias acciones. Esto es lo que el Buddha llamó “los guardianes del mundo”: hiri y ottapa. Normalmente un puthujjana no siente vergüenza moral (hiri) cuando realiza un kamma oscuro y tampoco siente temor (ottapa) por el resultado que ese kamma le traerá. Los dormidos no conocen el poder constructivo y destructivo que yace en la intención detrás de sus propios pensamientos, palabras y acciones. Pero un sotápanna sí siente ese conocimiento, esa vergüenza moral y ese temor. La vergüenza ocurre por el hecho de hacer algo que está por debajo de lo que él es, porque los kammas oscuros son comportamientos vulgares, básicos, inferiores, comunes y corrientes, y un ariya no es un ser vulgar, básico, inferior, común y corriente. El temor por el resultado del kamma oscuro ocurre porque el sotápanna comprende bien la ley de kamma y vipáka, que el renacimiento es real y es terrible, y que los 31 planos de existencia son reales y son peligrosos.

Esto sirve de guía para reconocer a un sotápanna, y especialmente para saber quien no es un sotápanna. Yo he conocido personas que aseguraban ser Despiertos pero decían mentiras, hablaban de manera agresiva o denigrante o vulgar. Si un sotápanna ya no es capaz de comunicarse de esa manera vulgar, básica, ordinaria, común y corriente, mucho menos un sakadágámí, un anágámí o un arahant. Ese famoso “gurú” de origen hindú, muy popular aquí en Occidente, que mencioné al principio, fundó un ashram en Estados Unidos donde sus seguidores portaban ametralladoras y amenazaban de muerte a cualquiera que representase una amenaza para su “comunidad espiritual”. También practicaban orgías y consumían todo tipo de drogas y alcohol. Un sotápanna no solamente respeta la vida de otros seres vivos sino que además promueve ese valor moral, ese principio espiritual. Si ese “gurú” hubiese sido, por lo menos, un sotápanna, hubiera pedido a sus discípulos que no portaran armas de fuego, que no bebieran bebidas alcohólicas y que no consumieran drogas. Este “gurú” afirmó ser un “buddha viviente” ya a los 17 años de edad y les decía a sus discípulos que el exceso en el sexo y las drogas conducían a la iluminación. Imagínese usted el nivel de auto-engaño, de fantasía sobre sí mismo y de ignorancia sobre la Realidad.

Otra persona muy confundida que conocí afirmaba también ser un “parcialmente despierto”. Esta persona decía que había que quemar todo el Canon Páli excepto los ocho suttas que le agradaban a él. Se expresaba con desprecio de todos los monjes y monjas y pisoteaba verbalmente todas las tradiciones buddhistas. También me escribió comentarios agresivos, vulgares, a algunos de mis artículos en este mismo blog que usted está leyendo. Este señor obviamente no es ni siquiera un sotápanna, porque un sotápanna sabe que el Canon Páli contiene la verdadera enseñanza del Buddha. Un sotápanna ya ha trascendido el segundo grillete y por ello sería impensable para él expresarse con desprecio sobre las escrituras y sobre los monjes y monjas, que son quienes han conservado las escrituras de manera tan extraordinaria como no ha ocurrido en ninguna otra religión sobre este planeta. Estamos de acuerdo en que no todos los monjes y monjas son seres Despiertos (y por tanto no forman parte de esa Sangha espiritual de la cual habló el Buddha), pero aún así son personas y como tal merecen respeto. Sería muy sospechoso que un supuesto sotápanna (y menos aún los otros tres tipos de Sujetos Nobles) albergase en su mente esa ingratitud y esa animadversión que es típica de las personas vulgares, básicas, comunes y corrientes.

Y también estamos de acuerdo en que las escrituras, la letra, no es la Dhamma. Las escrituras y las letras son sólo eso: un soporte, un registro, una representación. La Dhamma está en la naturaleza y en el corazón, es algo vivo, palpitante. Es Visión y es Conocimiento. Pero volvemos aquí al sentido común: es muy sospechoso que un supuesto “despierto” se exprese despectivamente de esas escrituras, esas letras, ese registro que le ha permitido acceder a la Dhamma viviente y lograr la entrada en la corriente. Un verdadero sotápanna sólo podría sentir una inmensa gratitud y respeto por estas cosas: el registro, las escrituras, la tradición y las personas que han dado su vida para conservar y transmitir esta Enseñanza. Porque incluso la letra, los registros, han servido y siguen sirviendo como puente para llegar a la Verdad. Uno no puede conocer la mente de otra persona, pero si la persona tiene aún impurezas y grilletes muy fuertes, eso se refleja en su conducta, en las cosas que hace y dice. Los preceptos describen comportamientos muy específicos pero detrás de ellos hay principios éticos vivos que todo verdadero sotápanna entiende y promueve: la benevolencia (mettá), la compasión (karuna), la inofensividad (ahimsa), la vigilancia (appamada)… También la gratitud, la integridad, la generosidad, la humildad, la sencillez, el respeto. Y aquellos que han adquirido el Ojo de Dhamma, otra expresión para referirse a los que han entrado en la corriente, son personas grandes en gratitud, grandes en respeto, grandes en humildad, mucho más que una persona común y corriente.

También he visto personas que por aparentar que son Despiertos se dedican a enseñar la Dhamma como si ellos fuesen Maestros de Dhamma. Hacen esto para adquirir seguidores, para auto-engrandecerse, para dar la impresión, como ya dije, de que son Sujetos Nobles. Esto es el pensamiento de ego en sus mentes buscando fama, buscando honores, buscando popularidad y respeto del mundo. Algunos tienen grupos de budismo en Facebook y cuando sus seguidores los llaman “Maestro” (así, con m mayúscula), ellos no los corrigen sino que se deleitan en esa pleitesía, en esa vanagloria. Deberían corregir a sus seguidores y decirles: “No, yo no soy Maestro. Aquí el único Maestro es el Buddha. Aquí el único Maestro es la Dhamma”, pero no lo hacen.

Un sotápanna es una persona muy responsable a la hora de enseñar la Dhamma. No trata de responder todas las preguntas como si lo supiera todo. No se hace llamar Maestro ni nada semejante. Cuando no saben algo, remiten a otras personas a las escrituras y a los monjes y monjas para que sean ellos los que les aclaren sus dudas. Y cuando dicen algo que es meramente su opinión, lo dicen claramente para no dar la impresión de que tienen poderes sobrenaturales o de que son superiores a los demás.

***

El inmenso honor y responsabilidad de entrar en la corriente

Algunas personas opinan en la actualidad que el estilo de vida monástico ya no funciona, que ya no conduce al Despertar. Aseguran y creen que viviendo una vida laica, secular, hay más chances de alcanzar este logro inmenso. Incluso han inventado el llamado Budismo Secular, una especie de Dhamma pop o light que pretende subsistir sin la idea del Nibbána, del renacimiento, y de los planos de existencia. También están aquellos que sí creen en el Despertar pero dicen que hay más probabilidades de lograrlo viviendo como laicos que viviendo como renunciantes (monjes). Sólo hay una razón por la cual parece que hay más seres Despiertos en los entornos seculares: las personas laicas mienten y se confunden con mucha mayor facilidad que los monjes y las monjas. De una veintena de monjes que conozco, ninguno ha asegurado ser un Despierto, mientras que de una veintena de budistas (y personas que dicen ser seguidores del Buddha) que conozco, ya he contado cinco o seis que dicen haber alcanzado alguno de los cuatro niveles del Despertar. No es que realmente lo hayan logrado sino que llevados por sus propias impurezas mentales, encadenados por sus propios grilletes mentales y fantasías, y entregados a la irresponsabilidad típica de aquellos que no pertenecen a una Orden monástica (y que por lo tanto no tienen ningún cuidado de ser expulsados de la misma), aseguran tales cosas.

Toda persona que crea haber entrado en la corriente, o haber logrado cualquiera de los otros niveles del Despertar, debe reflexionar mucho sobre su condición y su situación antes de llegar a una conclusión definitiva. La persona debe pensar que pertenecer al grupo excelente de los Sujetos Nobles es un honor en el sentido de que la persona ya no es un ser mundano: ahora pertenece a una especie de “aristocracia espiritual” cuya pertenencia se demuestra con hechos, con comportamientos, no sólo con palabras. Ser un ariya es un honor y una responsabilidad en el sentido en que, en el momento en que entramos en la corriente (y más aún los otros tres niveles), llegamos a formar parte de la Triple Joya, de la cual la tercera joya es esta Sangha, esta Comunidad espiritual de Seres Despiertos. Un sotápanna ya es un destello, un fragmento de esta misma Sangha que inició hace más de 2500 años con el propia Buddha Gotama y con los cinco ascetas que escucharon los dos primeros sermones. Cientos de millones de seguidores y discípulos del Buddha en todo el mundo se levantan cada mañana y toman refugio en esta Triple Joya, como habitualmente lo hacen.

Tanto como esta vida dure:

Tomo refugio en el Buddha…
Tomo refugio en la Dhamma…
Tomo refugio en la Sangha…

El sotápanna (y también los otros tres ariya) ya forma parte de este refugio, ya es ese tercer refugio que otros buscan, que otros necesitan, un refugio para los demás, para todos aquellos que no han logrado todavía la entrada en la corriente. En el cristianismo la Santísima Trinidad está cerrada: nadie más puede formar parte de ella. Pero en el buddhismo esta Santísima Trinidad que es Buddha-Dhamma-Sangha –la Triple Joya– no está cerrada: entran en ella aquellos que logran el Despertar en cualquiera de sus cuatro niveles.

Por ello los ariya tienen una responsabilidad inmensa, gigantesca, porque al ser miembros de esa tercera Joya que es la Sangha, deben representar bien y adecuadamente al Buddha y a la Dhamma. Los ariya son los hermanos mayores de todos los buddhistas y discípulos del Buddha en todo el mundo. Lo que hagan y lo que digan debe ser un ejemplo perfecto de la Doctrina y de la Disciplina. Una persona no-despierta habla mucho, sin pensar bien lo que expresa: al entrar en la corriente, es como si cayese un filtro sobre la boca de la persona. El sotápanna habla menos y piensa muy bien lo que va a decir antes de decirlo. Esto es un punto fundamental de la Dhamma, el comportamiento hábil en la puerta de la boca, además de la puerta de la mente y la puerta del cuerpo.

Un sotápanna es una prueba viviente para el mundo entero de que el logro del Despertar se puede lograr, que es real, que es posible. Y esto no es para vanagloria del sotápanna, no es para auto-engrandecimiento del individuo. Esta “aristocracia espiritual” que es la Sangha, que depende del logro y no de alguna condición mundana (raza, género, nacionalidad, apariencia física, status socioeconómico, etc) no sirve para vanagloriarse, para inflar el ego. Todo lo contrario. Si usted ve a un supuesto “despierto” auto-engrandeciéndose, inflando su ego, su sentido del yo, tenga por seguro que esa persona no es un verdadero Despierto. Es por eso, entre otras cosas, que una Joya es una verdadera Joya: sin buscar la grandeza, sin arrojarse brillo, sin mostrar su luz con vanagloria, encarna la grandeza viviente, brilla como una estrella pura e ilumina el camino de muchos con poco esfuerzo, sin hacer nada en particular para mostrar o engrandecer su luz. Porque no es “su” luz. No hay realmente aquí un “yo” que sea dueño y señor de este brillo, de esta luz. Hay nobleza en los ariya, pero no hay realmente un «noble». Todo esto es impersonal. Todo esto es realmente no-yo, sin-yo. Este brillo, esta luz, esta nobleza y sabiduría y espiritualidad no es “mío”, no es “yo”, no es “mi ser”. Un sotápanna entiende esto y vive de acuerdo con esto.

Las afirmaciones realizadas en este artículos tienen sustento en las siguientes referencias:

Referencias en el Canon Páli sobre Entrada en la Corriente (sotapatti):

  • Mejor que gobernar el mundo o ir al cielo: SN 55.1, Dhp 178
  • Seis recompensas de entrar en la corriente: AN 6.97
  • Al entrar en la corriente uno se deshace de una vasta cantidad de sufrimiento: SN 13.1, SN 13.2, SN 13.8
  • Como un buscador sediento mirando dentro de un pozo: SN 12.68
  • Cómo reconocer a laico que ha entrado en la corriente: AN 5.179
  • El tipo de convicción y discernimiento requeridos para entrar en la corriente: SN 35.1-10
  • Qué hace falta para que una persona laica entre en la corriente: AN 10.92
  • Cómo la atención apropiada (yoniso manasikara) conduce a la entrada en la corriente: SN 22.122
  • Los cuatro factores de la entrada en la corriente (y sus variaciones): SN 55.30, SN 55.31, SN 55.32, SN 55.33, AN 10.92
  • Cómo reconocer —y convertirse en— una persona de integridad: MN 110
  • Por qué la duda no surge en alguien que ha entrado en la corriente: AN 7.51
  • La enseñanza que condujo al Venerable Ánanda a la entrada en la corriente: SN 22.83

Referencias en el Canon Páli sobre samsára:

  • Samsára dura mucho para los tontos: Dhp 60
  • Cuatro causas de nuestro largo viaje en samsára: AN 4.1
  • Toda la sangre que hemos vertido en samsára: SN 15.13
  • Todas las lágrimas que hemos vertido en samsára: SN 15.3
  • Hemos sufrido dificultades en tiempos pasados: SN 15.11
  • Hemos disfrutado la felicidad en tiempos pasados: SN 15.12
  • Vagamos de nacimiento en nacimiento, como un palo que a veces cae de lado y otras veces cae sobre sus extremos: SN 15.9
  • Samsára es un sendero difícil: Dhp 414
  • Lo precioso de nuestro nacimiento humano: SN 20.2, SN 56.48

Libros consultados:

  • Venerable Thanissaro Bhikkhu. Into the Stream, A Study Guide on the First Stage of Awakening. 2012.
  • Ajahn Pasanno, Ajahn Amaro. The Island, An Anthology of the Buddha´s Teachings on Nibbána. Abhayagiri Monastic Foundation, 2009.

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