Entendiendo las tres características universales

Las tres características es una de las enseñanzas más profundas y avanzadas de Buda. Se dice que los Despiertos aparecen en el mundo para predicar esta enseñanza. Y en verdad, si lo pensamos bien, toda la enseñanza profunda de Buda (las Cuatro Verdades, la acción intencional, el malestar, el devenir del ser y lo Supremo) tiene su base en las tres características o rasgos de todos los fenómenos.

Las tres características se pueden estudiar por separado, pero hay que tener siempre en mente que en realidad forman una unidad en la que cada una de ellas se relaciona con las otras, y que también tienen una secuencia específica. Hay dukkha porque hay anicca, y hay anattā porque hay dukkha y anicca. Entonces todo comienza por anicca, que casi siempre se ha traducido como impermanencia; también se ha traducido como mutabilidad, cambio, transformación. Veremos ahora por qué ciertas traducciones son deficientes o incluso ocultan el significado original de anicca, dukkha y anattā.

Comencemos por anicca. Algunas veces traducir anicca como impermanencia crea problemas para entender su significado debido a que llegamos a pensar que la impermanencia implica que no existe algún tipo de permanencia. Esto no es realmente lo que quiso expresar Buda. No obstante, de alguna manera indirecta y en cierto sentido anicca sí significa impermanencia. Es mejor entender anicca como inconstancia, ya que nicca en páli significa constante, y el prefijo a forma el adjetivo antónimo. Todos los fenómenos construidos son inconstantes, es decir, no-fijos, no-estables, cambiantes, mutables. Puede haber cierta apariencia de permanencia, pero esta apariencia de permanencia de los fenómenos construidos siempre es relativa, aparente, engañosa.

El problema con la palabra impermanencia, cuando se la entiende con el sentido de cambio y mutabilidad, es que nos lleva a creer que anicca significa que los fenómenos condicionados son en esencia mutables, cambiantes, que se transforman y, aunque desde un punto de vista superficial o aparente eso es lo que parece ser, en realidad no es eso lo que significa anicca. Hay fenómenos simples y hay fenómenos compuestos más grandes y complejos. Los fenómenos condicionados complejos parece que son mutables, cambiantes, que devienen y se transforman porque están constituidos por una infinidad de fenómenos más pequeños que aparecen y desaparecen de manera vertiginosa y cada vez que lo hacen renuevan su aspecto o estado o forma. Esta renovación constante del aspecto o estado o forma de los fenómenos más pequeños dentro de un fenómeno compuesto más grande es lo que da la impresión, la apariencia, de que el fenómeno compuesto grande muta o cambia.

Veámoslo de la siguiente manera. Un ser humano es un fenómeno compuesto complejo. Si hablamos del cuerpo, está constituido por una masa de millones y millones de células que aparecen y desaparecen, se multiplican y mueren. Y esas células a su vez están constituidas por objetos compuestos más pequeños, y éstas a su vez por átomos y partículas subatómicas. El rasgo anicca visto en una dimensión micro de las partículas y las células es un pulular constante y vertiginoso de células que nacen y mueren. Esto en su conjunto hace que el cuerpo crezca, envejezca y cambie de forma, de aspecto. Como nosotros sólo vemos la dimensión macro del asunto (no vemos ni las células ni los átomos), en esa dimensión nos parece que el cuerpo muta, que cambia lenta y suavemente. Anicca no se refiere a este mutar suave y lento. Anicca se refiere a que cada uno de los pequeños fenómenos condicionados que forman el cuerpo (átomos y células) son inconstantes, no-fijos, no-estables. Esto no niega ni contradice que un fenómeno condicionado simple o complejo posee cierta permanencia relativa. Por un lapso de tiempo, un átomo es un átomo, una célula es una célula. La permanencia relativa o aparente de un fenómeno es lo que hace que podamos definirlo y reconocerlo como tal. Un átomo no se transforma en un zapato ni tampoco se desintegra en la nada. Esta permanencia relativa del fenómeno condicionado «átomo» es lo que permite que lo podamos reconocer. Igual ocurre con las células del cuerpo.

Entonces, un ser humano muta o se transforma en la línea de tiempo de su existencia, eso es cierto, pero en todo ese tiempo de vida un ser humano no deja de ser un humano. Un ser humano nace como ser humano, se desarrolla como ser humano y muere como ser humano. Si una persona vive, digamos por cien años, ese fenómeno condicionado complejo que llamamos «persona» fue tal durante todo ese tiempo. En ningún momento de esos cien años la persona se transformó en un caballo, un conejo, un zapato, o en un ser de luz. Uno nace como humano y uno muere como humano: hay cierta permanencia aquí. La definición esencial de un «ser humano» permanece igual durante cierto período de tiempo. Esa entidad como tal no cambia, no muta, no se transforma. Entonces, aunque haya cierta permanencia relativa (que es lo que permite la construcción de una identidad aparente del fenómeno), aunque un fenómeno llamado «persona» o «ser humano» sea relativamente permanente, tal fenómeno no pueda durar para siempre como tal: el fenómeno es inconstante (anicca).

Podemos estudiar y verificar la característica de la inconstancia en los pensamientos, las sensaciones y los objetos mentales de diverso tipo. Por ejemplo: el odio surge en la mente como odio, existe durante una fracción de tiempo como odio, y se desvanece como odio. Nunca el odio se transforma en amor o en esperanza o en deseo o en otro tipo de pensamiento. Cuando erróneamente decimos que anicca es transformación o mutación, podemos llegar a pensar erróneamente que el odio se transforma en otra cosa. Pero eso no es cierto. El odio surge y desaparece como lo que es: odio, y no otra cosa. Lo que ocurre en las personas cuando parece que el odio se transforma en otro pensamiento es que el odio que había surgido desapareció y al desaparecer da lugar o espacio mental a un pensamiento diferente (que puede ser de amor o cualquier otro), y cuando este otro pensamiento diferente surge, y como lo hace a una velocidad muy alta, creemos que el odio se transformó en ese otro pensamiento. Lo que hubo realmente allí fue una substitución muy rápida de un tipo de pensamiento por otro. Los fenómenos condicionados simples no pueden transformarse en otros fenómenos. Un fenómeno condicionado simple A (como un pensamiento) debe desaparecer para que otro (un fenómeno condicionado simple B; otro pensamiento) pueda tomar su lugar. Estas desapariciones de viejos pensamientos y apariciones de nuevos pensamientos en la mente, debido a que ocurren muy rápidamente, es lo que nos hace creer que los pensamientos se transforman o mutan, pero tal mutación realmente no ocurre.

Los seres de luz son habitantes de planos superiores de existencia que pueden vivir miles, incluso millones de años. Imagina lo siguiente. Eres un ser en un plano superior de existencia. Has vivido ya durante dos mil años y vivirás aún más por otros dos mil años. En todo este tiempo tu cuerpo permanece joven, atractivo y sin enfermedad. En el plano de existencia donde vives no hay carencias o sufrimientos burdos como en los planos inferiores. Allí en ese plano superior no hay enfermedad, ni deformaciones del cuerpo. No hay guerras ni masacres como las que hacen los humanos. Aquí la característica anicca también está presente. Los seres de planos superiores pueden vivir por mucho tiempo, pero tarde o temprano la característica de la inconstancia les llega con la muerte, así como a nosotros. No existen seres superiores eternos, asegura Buda. Hay seres superiores como el Gran Brahma, el dios más grande de este universo, que por su gran longevidad y por haber sido el primero en aparecer en este espacio determinado, ha llegado a creer que es eterno. Pero Buda nos dice que cuando la vida del universo llegue a su fin y ocurra la Gran Contracción, incluso la vida de seres superiores como la del Gran Brahma llegará a su fin.

El universo también es inconstante, también posee anicca, porque lo que llamamos «universo» es un fenómeno hipercomplejo cambiante, inconstante, que se extiende desde una Gran Expansión (un «nacimiento» cósmico) hasta una Gran Contracción (la «muerte» del universo). No llamamos «universo» a la secuencia completa, infinita, sin principio ni fin, de universos que surgen y luego desaparecen, de la misma manera que no debemos llamar «ser» a la secuencia de existencias o renacimientos de una «corriente de vida» individual. Si decimos que toda la cadena de universos que surgen y desaparecen son «el universo», estaríamos «cosificando», objetivizando algo que no es una cosa simple, no es un objeto simple, de la misma manera que no debemos «cosificar» (ver como una cosa, como un objeto) una corriente de vida como si fuera un objeto simple continuo, eterno e indestructible. Si hacemos estas dos cosas, estaríamos viendo constancia (nicca) donde realmente no hay.

¿Por qué lo Supremo sí es constante? La Dimensión Suprema (nibbāna) no es un fenómeno condicionado, construido. Por eso carece de anicca. No hay partes o estructura interna en lo Supremo. Carece de diversidad y de movimiento y al mismo tiempo es infinito, ilimitado. Un ente de tales características puede ser constante. Los entes deben poseer cierta complejidad, cierta estructura interna, aunque sea mínima, para poder poseer el rasgo anicca. La complejidad de lo Supremo es tan mínima que se podría decir que es igual a cero. Quizás esta sea la razón de que lo Supremo carezca de inconstancia. Lo importante aquí, sin embargo, es recordar siempre que nibbāna y sólo nibbāna es el único fenómeno o ente no-condicionado, no-construido. La otra razón de que la Dimensión Suprema carezca de inconstancia puede ser la siguiente: lo Supremo está más allá del tiempo y del espacio. La inconstancia es un rasgo o característica solamente de aquello que está en el espacio-tiempo, de aquello que está sujeto a la existencia espacio-temporal. Todo aquello que está «fuera» del espacio-tiempo, carece de anicca y lo único que está «fuera» del espacio-tiempo es nibbāna.

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Continuemos con dukkha. Los malentendidos que se han generado con la traducción de esta palabra no pertenecen tanto al nivel filosófico o ideológico como en el caso de anicca: en el caso de dukkha los malentendidos se deben simplemente a una traducción deficiente o excesivamente específica del término. En la mayoría de los materiales traducidos tanto en inglés como en español casi siempre se traduce dukkha como sufrimiento, pero la palabra sufrimiento es o bien muy específica o bien muy dramática. Dukkha en realidad tiene un sentido más general de malestar o insatisfacción, de algo que causa molestia y decepción. Viene de kha, que significa soportar, y du, que significa difícilmente, infelizmente. Dukkha es todo aquello que se soporta con dificultad o que causa infelicidad. Cubre todo un rango de experiencias específicas: dolor, angustia, sufrimiento físico y mental, decepción, insatisfacción, infelicidad. Decir que dukkha es exclusivamente sufrimiento es como decir que un vehículo es una grúa o un tanque de guerra: un vehículo también puede ser un avión, un carro, e incluso una bicicleta. Así, dukkha es un término general que abarca todo un espectro de manifestaciones que pueden ser grandes o pequeñas, intensas o difusas, burdas o sutiles. Es muy útil entender dukkha como el antónimo de sukha y así, de hecho, Buda utiliza estos dos términos. Sukha viene de kha y de su, que significa fácilmente, felizmente. Sukha es todo lo que se soporta con facilidad y que causa felicidad, placer, satisfacción. Debido a que dukkha y sukha son antónimos, por la estructura de estas palabras y por su significado general, yo prefiero traducirlas como malestar y bienestar.

La relación de dukkha con anicca es la siguiente, según Buda. Debido a que todos los entes construidos son inconstantes, causan malestar, son molestos, decepcionantes, insatisfactorios e incluso dolorosos. El malestar ocurre como consecuencia de la inconstancia de los fenómenos y entes construidos. Otro matiz que tiene la palabra dukkha es el de decepción, algo poco confiable o no-confiable. Debido a que los entes construidos son inconstantes, también son decepcionantes, poco confiables. Aquello que cambia, que muta, decepciona. No es confiable. No podemos contar con ello para siempre. Esta es una manera más psicológica de entender dukkha. La insatisfacción y el malestar nacen de la sensación desagradable, de la realidad que causa aquello que es decepcionante y poco confiable. Hay una relación íntima, intrínseca, entre el hecho de que algo sea inconstante y también decepcionante y no-confiable.

Los estados mentales o fenómenos intangibles, son causa de malestar e insatisfacción por ser inconstantes. Tomemos por ejemplo un pensamiento de odio. Mientras la persona lo experimenta, la persona sufre. Los pensamientos de odio causan malestar e insatisfacción mientras ocurren, y luego causan más malestar y más insatisfacción cuando la persona cosecha las consecuencia posteriores de las acciones que llevó a cabo bajo los efectos de ese pensamiento de odio. Se podría decir que todos los estamos mentales insanos, los que están basados en las tres raíces del mal causan malestar en grado máximo: lo causan mientras ocurren, y la persona luego experimenta malestar cuando cosecha los efectos de esas acciones oscuras. En el caso de los estados mentales placenteros, la persona no experimenta malestar en el sentido de dolor o sufrimiento mientras está ocurriendo el estado mental placentero pero sí lo llega a sentir cuando el estado mental cesa. Por ejemplo, cuando experimentamos un pensamiento de amor o de esperanza o de aprecio, no sentimos malestar en ese momento, lo sentimos después, cuando ese estado mental desaparece y en su lugar aparece algún estado mental oscuro. Cuando nos acostumbramos al placer, experimentamos malestar por la ausencia del placer.

Los Budas, los Arahanta, los Seres Despiertos pueden experimentar placeres que no nacen de la carne durante años y años, incluso décadas. ¿Significa que están experimentando un estado mental constante, fijo, estable? No. Los estados mentales sanos como los insanos son todos inconstantes, perecederos todos. Lo que ocurre en el caso de los Seres Despiertos es que el placer que ellos experimentan se sostiene sobre algo que no desaparece, la Ley por ejemplo, o lo Supremo. En cuanto la sensación de placer deja de existir, inmediatamente surge otra vez, y otra vez. Esto da la impresión de que el placer experimentado es constante, fijo, estable. Pero en realidad lo que es constante, fijo y estable es la Ley y lo Supremo. Además los Seres Despiertos ya no actúan sobre las tres raíces del mal, por lo tanto no experimentan malestar como nosotros. Pueden experimentar malestar en el cuerpo, esto es inevitable, pero el malestar en la mente es opcional.

Debido a que la Dimensión Suprema carece de inconstancia, carece también de malestar y de la capacidad de generar malestar. Esto es lógico. El único lugar que es constante (nibbāna) es lógicamente el único espacio donde el ser puede experimentar un bienestar absoluto y perfecto. Por eso lo Supremo es la Gran Alegría, un estado de felicidad suprema que no tiene comparación alguna con nada en el universo. A veces las personas creen que todo lo que enseñó Buda fue sobre el sufrimiento y no se dan cuenta que la meta de la Enseñanza de los Budas es lo Supremo. ¡Fíjate! ¡La meta de todo lo que enseñó Buda es la Gran Alegría! Este es el verdadero carácter y espíritu del budismo, no esa versión oscura y pesimista que muchas personas creen que es.

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Finalmente hemos llegado a anattā. Con anicca los problemas de traducción y definición crean malentendidos sobre todo a nivel filosófico. Con dukkha los problemas de traducción y definición son simplemente una cuestión de mala traducción o de enfoque. Con anattā lamentablemente ocurren las dos cosas al mismo tiempo: muchas veces se le traduce mal, se le define mal, lo cual produce un enfoque erróneo del término y problemas a nivel filosófico, a nivel de ontología y de cómo interpretar correctamente toda la Doctrina de Buda.

Comencemos diciendo que anattā no es la negación del ser, anattā no significa no-ser. Attā significa yo o mi mismo, una entidad que posee cualidades y cosas y que puede ser dueño y señor de cosas en el mundo. Lo más importante de un yo o mi mismo es que se supone que posee la identidad personal de un ser. Y para que pueda poseer una identidad personal, debe ser constante, fijo, estable, de lo contrario no podría contener una identidad de algún tipo. Pero todo lo que existe en el mundo es un ente construido, condicionado, dependiente y por tanto es inconstante (anicca). Lo que esto implica es que ningún ente construido, condicionado, puede ser un yo o mi mismo. Buda dice entonces que todo lo que existe en el mundo, siendo construido, condicionado, dependiente, e inconstante, es por ello mismo no-yoico. Esto es lo que significa anattā: no-yoico, o no-mi-mismo (del prefijo an y la palabra attā).

Entonces, a la luz de los matices de la palabra attā, es más efectivo traducir anattā como no-yo o sin-yo, si tenemos en mente que este supuesto yo (attā) sería una pretendida entidad fija, estable y definitiva que tiene control sobre las cosas. Efectivamente existe un «yo» como un fenómeno psicológico y social pero este «yo» no es una entidad platónica estable, fija y definitiva. No es una «cosa en sí». En otras palabras, Buda no niega la existencia del yo convencional psico-social de las personas, Buda niega la existencia de una entidad fija, platónica, estable que tiene un supuesto control mágico o espiritual sobre la realidad.

Esto nos lleva a la última consecuencia ontológica de la noción de anattā: si no existe ningún yo como entidad fija, definitiva, estable y poderosa, entonces tampoco existe un alma inmortal o un espíritu divino en el ser humano. No es que anattā contiene literalmente esta negación, pero sí la implica como una consecuencia lógica. El platonismo (y en la India existió este tipo de platonismo mucho antes de Platón) idealizó el yo o el ego y lo convirtió en una substancia metafísica que existe por sí misma, que es fija, estable, definitiva, poderosa e inmortal. Los seguidores del vedismo y del brahmanismo creen en la existencia de esta supuesta identidad espiritual. La llamaron atmā y lo imaginaron como una especie de chispa de fuego divino que el ser humano guarda en su corazón y que no puede ser destruida porque procede directamente del Gran Dios Creador (Brahma).

anattā no significa literalmente que no existe un alma o espíritu inmortal, pero lo implica de manera lógica al negar que existe cualquier tipo de «yo» o «ego» como una entidad-identidad fija, estable, definitiva e indestructible. En el Canon Páli se menciona un jiva, que es la esencia vital de los seres vivos. Buda no niega que esto exista, sólo que no es divina, eterna, inmortal e indestructible. El jiva del que hablamos en budismo es un proceso orgánico e inconstante, como todo fenómeno condicionado.

Veamos el asunto en secuencia y en relación con las otras dos características: debido a que todos los entes y fenómenos construidos son inconstantes, son por ello insatisfactorios, molestos, decepcionantes, fuente de malestar. Y debido a que son inconstantes, insatisfactorios y decepcionantes, no pueden ser o poseer una entidad estable, fija y definitiva, un yo o mi mismo.

Visto a la inversa: ¿por qué los fenómenos no pueden ser o poseer tal entidad? Porque si lo fueran o la tuvieran, entonces no serían causa de malestar e insatisfacción, y tampoco serían inconstantes. Aquello que es constante, estable, fijo y definitivo, sólo puede ser causa de bienestar y de satisfacción. Pero examinando este cuerpo y esta mente, este mundo y todo el universo, no encontramos algún ente que sea constante, estable, fijo y definitivo. Lo que sí encontramos son entes construidos, condicionados, dependientes y que esos entes son inconstantes y causa de malestar. Por tanto son también no-yoicos. Esta es la deducción lógica a la cual llega Buda, en un nivel teórico u ontológico, pero también lo confirma en un nivel práctico a través de la observación de la realidad y de la meditación (investigación de la mente y sus contenidos).

Sin embargo lo Supremo…

Afirmamos más arriba que hay un único ente, fenómeno o espacio que sí carece de anicca y de dukkha. Este espacio o ente es lo Surpremo (nibbāna). Si seguimos la secuencia lógica de las dos primeras características, podríamos concluir erróneamente que Lo Supremo posee attā, posee un yo o mi mismo, una entidad-identidad estable, fija y definitivo. O sea:

  1. Lo Supremo carece de inconstancia: es constante, estable, fijo…
  2. Por tanto lo Supremo no causa malestar, insatisfacción, decepción…
  3. Por tanto hay un yo o mi mismo en lo Supremo.

Sin embargo Buda también niega que lo Supremo sea o pueda poseer ese yo o mi mismo, o que tal y» pueda existir en lo Supremo. En otras palabras, la característica anattā es la única que lo Supremo (nibbāna) comparte con lo mundano (saṃsāra). Ambos ámbitos o espacios, tanto saṃsāra como nibbāna, carecen de un yo o mi mismo. Parece haber algo raro aquí pero los filósofos y pensadores occidentales también han descubierto que no siempre se llega a la verdad a través del razonamiento lógico. Una secuencia de proposiciones lógicas puede conducir a una no-verdad. Con las características puede ocurrir esta misma falacia si las aplicamos negligentemente a todos los fenómenos. Lo Supremo es la excepción en cuanto a anicca y a dukkha, pero no en cuanto a anattā. Esta «asimetría» de las características universales con respecto a lo Supremo Buda la enunció de la siguiente manera:

  1. Sabbe sankhāra aniccā.
  2. Sabbe sankhāra dukkha.
  3. Sabbe dhammā anattā.

Una traducción literal sería ésta:

  1. Todos los entes construidos (sankhāra) son inconstantes.
  2. Todos los entes construidos (sankhāra) causan malestar.
  3. Todos los entes (dhammā) son no-yoicos.

La clave para entender esto está en las palabras sankhāra y dhammā. La primera se refiere a todos los entes condicionados, construidos, es decir todo lo que existe «dentro de» saṃsāra. La segunda se refiere a todos los entes en absoluto, sean construidos o no. Así, lo Supremo es un dhamma (un ente), pero no es un sankhāra (un ente condicionado, construido). Por eso lo Supremo no pertenece al grupo de entes o fenómenos que poseen anicca y dukkha, porque no es un sankhāra, una construcción, pero sí pertenece al último grupo, que es el grupo que incluye de manera absoluta a todo tipo de entes o fenómenos, tanto los condicionados como los no-condicionados.

tres caracteristicas

Referencias sobre anicca en el Canon Páli:

  • Anicca como una de las siete percepciones: Sañña Sutta (Anguttara Nikaya iv 46).
  • Anicca como una de las diez percepciones: Girimananda Sutta (Anguttara Nikaya v 108).
  • Reflexionar sobre anicca constantemente: Theragatha 111.
  • Contemplar anicca para superar la ignorancia: Itivuttaka 80.
  • Todo en el mundo está sujeto a la desintegración: Loka Sutta (Samyutta Nikaya iv 52).

Referencias sobre dukkha en el Canon Páli:

  • Buda enseñó sobre el malestar y su cese: Alagaddupama Sutta (Majjhima Nikaya i 130).
  • Seis aspectos importantes sobre el malestar que deben ser comprendidos: Nibbedhika Sutta (Anguttara Nikaya iii 410).
  • El malestar es inherente a todo lo que el cuerpo y la mente necesita para sustentarse: Puttamansa Sutta (Samyutta Nikaya ii 97).
  • Malestar como una de las siete percepciones: Sañña Sutta (Anguttara Nikaya iv 46).

Referencias sobre anatta en el Canon Páli:

  • Reflexionar sobre anatta como base para la introspección: Pañcavaggi Sutta (Samyutta Nikaya iii 66).
  • Por qué Buda no tomó una posición categórica sobre si existe o no un ser: Ananda Sutta (Samyutta Nikaya iv 400).
  • Los puntos de vista “tengo un yo” y “no tengo un yo” son igualmente erróneos: Alagaddupama Sutta (Majjhima Nikaya i 130).
  • Identifar los cinco cúmulos como un “yo” es causa de aflicción: Nakulapita Sutta (Samyutta Nikaya iii 1).
  • Anatta como una de las siete percepciones: Sañña Sutta (Anguttara Nikaya iv 46).
  • Anatta como una de las diez percepciones: Girimananda Sutta (Anguttara Nikaya v 108).
  • Relación de anatta con el surgimiento dependiente: Maha-nidana Sutta (Digha Nikaya ii 55).
  • Contemplación de los seis sentidos en términos de anatta: Chachakka Sutta (Majjhima Nikaya iii 280).
  • No entender anatta es como ser un perro atado a un poste: Gaddula Sutta (Samyutta Nikaya iii 149).

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